1 de Octubre 14:30 horas. Actualizando:
El Rey acaba de pronunciarse en defensa de la vigencia de la Monarquía.
¡Que listo!
Pequeñas cosas
Desde hace unos meses hemos decidido que nuestros sábados tienen 48 horas.
Nos produce cierto estadio de felicidad alargar esa mezcla de tareas domésticas y ocio.
No tenemos obligaciones domingueras, nada de misa de doce, nada de comer -obligatoriamente- paella.
Ciertamente, no le encontramos sentido a ese día llamado domingo.
Hoy está nublado, la sombra es blanca.
Manolo Maciá en una imagen tomada en mi casa hace unos meses, el que le mira es Isaac Motos
Le pedí a Manolo un texto para ilustrar la ACCIÓN que realizó el jueves, mi intención era acompañarlo con fotos , pero no me gusta como han quedado, por eso la foto de archivo.
Este es el texto que me mandó.
EL AGUA (disquisición que lo aclara todo)
Reflexión monumento sobre el efecto de las políticas del agua en ese socavón místico que es la zona de la Comunidad Valenciana. El ladrillo (icono universal de la depredación sistemática del Dios de la plusvalía) construye en el inconsciente colectivo una suerte de peligroso ídolo de la adoración nocturna muy parecido a un híbrido entre Benedicto XVI y la fallera Mayor del barrio de la Pechina. Nosotros con esta acción desesperada haremos visible esta evidencia oculta por los intereses del autobombo de la jerarquía y después nos haremos una cerveza con los amigos, si es que nos dejan. Besos.
Esta es la reacción de un concejal del PP que estuvo en el acto, recogida en el periódico INFORMACiÓN del sábado.
E l Partido Popular considera de mal gusto la actuación de apertura de la programación diseñada por el nuevo equipo gestor del Instituto Municipal de Cultura en la que un participante orinaba en presencia del público. Su concejal Pablo Ruz considera además que se fue poco respetuoso con el himno de la Comunidad Valenciana.
El Instituto Municipal de Cultura había elegido como primer espectáculo de la nueva temporada una propuesta del Museo de Arte Extemporáneo de Manuel Maciá, autor de creaciones que no suelen dejar al público indiferente.
«Instalación», el título que recibía esta nueva propuesta, se presentaba como un espectáculo sobre el agua que pretendía remover conciencias y llevar a la reflexión del espectador.
Durante el espectáculo realizado en la plaza Antoni Bru del Raval, dos actores tapiaban con ladrillos a un tercero hasta la altura de las manos. Según explicó Ruz, en un momento determinado, se pronunciaba un discurso a modo de crítica contra la construcción, el agua o Terra Mítica que el concejal entiende iba dirigido contra su partido y seguía el discurso político mantenido por la candidatura del Compromis – cuya concejala, Ángeles Candela ostenta las competencias de Cultura – durante la reciente campaña electoral.
La escena A continuación, y mientras sonaba el himno de la Comunidad Valenciana, el director de programación del Gran Teatro, Antonio González, aparecía en escena, cortaba una cinta a modo de inauguración y se frotaba la barriga mientras el resto de actores saludaban al estilo de las falleras. Por último, un personaje se dirigía al muro levantado y orinaba ante el público que aplaudió la escena, según explicó Ruz, quien optó por marcharse del espectáculo en ese momento.
El concejal del PP calificó la propuesta presentada por el Museo de Arte Extemporáneo de «auténtico bodrio, absurdo, indigno y de mal gusto» y expresó la preocupación de su grupo por «el nivel del que va a dotar la concejala a la programación cultural si la línea del Instituto Municipal de Cultura va a ir por ahí».
En su opinión, la utilización que se hizo del himno de la Comunidad Valenciana interpretado por Francisco durante el espectáculo resulta igualmente hiriente y afirmó que se faltó al respeto «a algo que pretende unir al pueblo valenciano y, aunque ellos no se sientan identificados, creo que no se puede hacer mofa».
Ruz considera que, aunque en ningún momento se mencionó al Partido Popular, el discurso pronunciado durante el espectáculo hacía referencia directa al PP al hablar de Terra Mítica, el agua y el fenómeno de la construcción. «Las críticas al PP es lo que menos me preocupa porque ya estamos acostumbrados», añadió.
He aquí lo que nuestro Manolo Macià publica hoy domingo en el mismo diario.
PABLITO CLAVÓ UN CLAVITO Y CON EL MARTILLO SE DIÓ EN EL DEDITO
O sea que yo tengo que soportar el espectáculo que dan los políticos y ellos no soportan el mío. Don Pablo Ruz (que es no se qué del PP) se ha dado por aludido (el que lo huele lo tiene debajo) y mancillado por el siguiente discurso que se escuchaba en nuestra acción del jueves pasado:»Ciudadanos, ciudadanas ladrillo. Bienvenidos Palau. Inauguración monumento agua. Mítica agua. Palau. Ebro hormigón trasvase. Pai, Pai, Pai. Resort ladrillo bloque.. Ah! la plusvalía Alinghi. Palau, Palau y un puente cemento Resort. Trasvase, trasvase. Agua para los niños cemento. Agua para los pobres asfalto. Agua para los campos hormigón. Agua para todos…los ladrillos. Cemento para el agua Resort. El agua es un ladrillo Pai. Los Palaus son agua. La plusvalía, el beneficio, son privado hormigón. Lo público es agua que algunos ladrillos quieren convertir en cemento. Ay! Pai Ay! Palau. El agua, el agua, el agua.»No contento con identificar este discurso como un furibundo ataque al PP, le endosa la inspiración política del mismo a la edil Angeles Candela. Este hombre es más dadaísta que Tristán Tzara (cuando quieras te explico quién es, guapo). Para colmo, mientras yo permanecía enladrillado como nuestra pobre costa, sale un energúmeno del público, me mea el chiringuito y el tal D. Pablo en vez de ir a pararlo como un buen ciudadano, se larga todo cabreado como si la cochinería fuera parte de la acción. Esto se puede perdonar porque el público también pensó lo mismo y se pusieron a aplaudir a rabiar (con este éxito incorporaré al meón en el próximo espectáculo).Las calificaciones que da a nuestro espectáculo (bodrio, indigno, etc) me resbalan. La autoridad que pueda tener sobre arte este señor es cero patatero. Incluso dentro de mi habitual señorío y generosidad estoy dispuesto a ponerlo al tanto en cuanto a crítica de arte. Me avalan mis clases en la Facultad de BBAA, mi curriculum internacional de 20 páginas, Una Licenciatura en BBAA. Otra de Estudios Avanzados en BBAA, Un Master de Restauración en el Obispado de Barbastro y otro Master (el título que más quiero) de Bufón y Payaso. Mis colegas en la acción son una antropóloga y un profesor de Conservatorio. Tengo amigos del alma en el PP, en el Ayuntamiento (no diré los nombres no sea cosa que ahora caigan en desgracia) y espero que le enseñen a este luchador por el poder que los bufones, los payasos, guardamos una pócima secreta de la que todos tenéis que beber. Se llama sentido del humor y a veces lleva una pizca de trasgresión. Sin beber esa pócima a D. Pablo Ruz le saldrá una úlcera como una patata y se le contraerán los esfínteres (ya en la foto del periódico se le ve cierto rictus de apretaíco).Por otro lado, se lo agradezco, nos ha echo un favor, con esto no hace nada más que agrandar nuestra leyenda de artistas malditos (igual me llaman del Tomate para que me mee en directo el cabrito espontáneo ese). Aunque hubiera preferido que, de buen rollo, el bueno de Pablo, si no entendía algo, me lo hubiera preguntado delante de una cerveza (pagando él, claro).¡Ah! querido D. Pablo, pienso que lo del agua y lo del ladrillo es culpa de todos. Incluído yo. Aunque unos tienen más culpa que otros. Y, eso sí, no guardo ningún cariño ni a los himnos, ni a las patrias, ni a las banderas, porque lejos de unir como usted dice, la Historia demuestra que detrás de todos esos símbolos marchan ejércitos armados no precisamente con ganas de reir y disfrutar de la vida que son dos dias. ¡Ea! a ver si nos vemos y tomamos unas copas. La primera la pago yo. ¿CONTINUARÁ?
Tristana y yo, aprovechando la mañana de sábado, nos ponemos al día con prensa y correos atrasados.
Y mira por donde, nos han jodido la alegría.
El Pérez-Reverte nunca nos ha caído bien, y mira por donde -otra vez-, ahora ya no nos cae nada de nada.
Yo quería poner la foto de una cucaracha, pero Tristana dice que no hace falta, que bastante asco da el artículo.
Lo hemos leído gracias al blog de la Fundación de Mujeres, aquí encontraréis la opinión de Marisa Soleto y 99 comentarios.
Aquí lo tenéis, nos vamos a vomitar.
El artículo en la revista XLSemanal.
Mujeres como las de antes. Autor: Arturo Pérez-Reverte
Muchas veces he dicho que apenas quedan mujeres como las de antes. Ni en el cine, ni fuera de él. Y me refiero a mujeres de esas que pisaban fuerte y sentías temblar el suelo a su paso. Mujeres de bandera. Lo comento con Javier Marías saliendo del hotel Palace, donde en el vestíbulo vemos a una torda espectacular. «Aunque ordinaria», opina Javier. «Creo que no lo sabe», apunto yo. Seguimos conversando carrera de San Jerónimo arriba, en dirección a la puerta del Sol. Es una noche madrileña animada, cálida y agradable, que nos suministra abundante material para observación y glosa. Yo me muevo, fiel a mis mitos, en un registro que va de Ava Gardner y Debra Paget a Kim Novak, pasando por la Silvana Mangano de Arroz amargo; y Javier añade los nombres de Donna Reed, Rhonda Fleming, Jane Rusell y Angie Dickinson, que apruebo con entusiasmo. Coincidimos además en dos señoras de belleza abrumadora, aunque opuesta: Sophia Loren y Grace Kelly. Al referirnos a la primera, Javier y yo emitimos aullidos a lo Mastroianni propios de nuestro sexo –no de nuestro género, imbéciles– que vuelven superfluo cualquier comentario adicional. Haciendo, por cierto, darse por aludidas, sin fundamento, a unas focas desechos de tienta que pasan junto a nosotros vestidas con pantalón pirata, lorzas al aire y camiseta sudada; creyendo, las infelices, que nuestro «por allí resopla» va con ellas. Respecto a Grace Kelly, dicho sea de paso, me anoto un punto con el rey de Redonda –me encanta madrugarle en materia cinéfila, pues no ocurre casi nunca–, porque él no recuerda la secuencia del pasillo del hotel en Atrapa a un ladrón, cuando doña Grace se vuelve y besa a Cary Grant ante la puerta, de un modo que haría a cualquier varón normalmente constituido dar la vida por ser el señor Grant.
Pero no sólo era el cine, concluimos, sino la vida real. Los dos somos veteranos del año 51 y tenemos, cine aparte, recuerdos personales que aplicar al asunto: madres, tías, primas mayores, vecinas. Esas medias con costura sobre zapatos de aguja, comenta Javier con sonrisa nostálgica. Esas siluetas, añado yo, gloriosas e inconfundibles: cintura ceñida, curva de caderas y falda de tubo ajustada hasta las rodillas. Etcétera. No era casual, concluimos, que en las fotos familiares nuestras madres parezcan estrellas de cine; o que tal vez fuesen las estrellas de cine las que se parecían muchísimo a ellas. Hasta las niñas, en el recreo, se recogían con una mano la falda del babi y procuraban caminar como las mujeres mayores, con suave contoneo condicionado por la sabia combinación de tacones, falda que obligaba a moverse de un modo determinado, caderas en las que nunca se ponía el sol y garbo propio de hembras de gloriosa casta. En aquel tiempo, las mujeres se movían como en el cine y como señoras porque iban al cine y porque, además, eran señoras.
Con esa charla hemos llegado a la calle Mayor, donde se divisa por la proa un ejemplo rotundo de cuanto hemos dicho. Entre una cita de Shakespeare y otra de Henry James, o de uno de ésos, Javier mira al frente con el radar de adquisición de objetivos haciendo bip-bip-bip, yo sigo la dirección de sus ojos que me dicen no he querido saber pero he sabido, y se nos cruza una rubia de buena cara y mejor figura, vestida de negro y con zapatos de tacón, que camina arqueando las piernas, toc, toc, con tan poca gracia que es como para, piadosamente –¿acaso no se mata a los caballos?–, abatirla de un escopetazo. Nos paramos a mirarla mientras se aleja, moviendo desolados la cabeza. Quod erat demostrandum, le digo al de Redonda para probarle que yo también tengo mis clásicos. Mírala, chaval: belleza, cuerpo perfecto, pero cuando decide ponerse elegante parece una marmota dominguera. Y es que han perdido la costumbre, colega. Vestirse como una señora, con tacón alto y el garbo adecuado, no se improvisa, ni se consigue entrando en una zapatería buena y en una tienda de ropa cara. No se pasa así como así de sentarse despatarrada, el tatuaje en la teta y el piercing en el ombligo a unos zapatos de Manolo Blahnik y un vestido de Chanel o de Versace. Puede ocurrir como con ese chiste del caballero que ve a una señora bellísima y muy bien puesta, sentada en una cafetería. «Es usted –le dice– la mujer más hermosa y elegante que he visto en mi vida. Me fascinan esos ojos, esa boca, esa forma de vestir. La amo, se lo juro. Pero respóndame, por favor. Dígame algo.» Y la otra contesta: «¿Pa qué?… ¿Pa cagarla?».
Ladridos